Campus
Valentina Balboa Torres
Diciembre 6, 2023
Desafíos, nuevos aprendizajes y apoyo en el camino fueron parte de las experiencias compartidas en su paso por la universidad.
Según la Encuesta de Discapacidad y Dependencia 2022 el 17,6% de la población chilena presenta algún grado de discapacidad. En Chile, 153 mil 560 adultos son ciegos, y más de 4 millones 600 mil tienen pérdida de visión según la Fundación Luz.
La educación superior, bajo este contexto, es una lejana opción para la mayoría. Solo el 15,9% con baja visión optan por seguir estudiando, y apenas el 7,8% con ceguera total continúan el camino tras egresar de enseñanza media.
Estos números, eso sí, no fueron impedimento para que dos ex estudiantes UdeC consiguieran el título profesional por el que tanto se esforzaron. Se trata de Loreto Sandoval Burgos y Josué Alveal Gajardo.
Caligrafía y alegría: Loreto
Conocida en redes sociales como La Profe Freak, Loreto enseña Lettering, una forma más bien artística de escribir, usando colores, formas y diseños llamativos, lo que se puede aplicar en los apuntes a la hora de estudiar.
Su paso por Educación General Básica en el Campus Los Ángeles de la Universidad de Concepción culminó el 2022, cuando finalmente egresó. Esta vocación nació por su abuela que enseñaba en una escuela rural de Munilque, en Mulchén.
Loreto actualmente ejerce también en un establecimiento rural, la Escuela Las Quintas. “Es distinto a estar en un colegio de ciudad, el ambiente es diferente, son menos niños así que se crean relaciones más profundas, hay más cercanía”, comentó.
A sus 25 años recuerda cómo enfrentó un importante desafío: problemas en su visión. “Yo siempre he visto con el ojo derecho, así nací, porque no se me formaron bien los nervios ópticos. Pero empecé a darme cuenta que mi campo visual y agudeza disminuyeron, sobre todo en pandemia cuando tuvimos que usar muchas pantallas. Me lloraban los ojos, no podía leer, mi mamá me ayudaba para estudiar”.
En cuanto a un diagnóstico por lo ocurrido cuando el coronavirus mantenía a las familias en sus hogares, no hay nada dicho. Con el paso de los meses, y el retorno de las actividades presenciales, también lo hizo su visión, por lo que aún se hacen estudios para saber qué pasó. Sin embargo, respecto a su sistema visual se habla de una displasia de los nervios ópticos, siendo estos más pequeños de lo que deberían.
Aún así, Loreto jamás se detuvo, y destacó el apoyo que tuvo en la Universidad de Concepción. “En ARTIUC me facilitaron muchas herramientas y técnicas. Me dieron atención médica, porque llegó un momento en que tuve que usar un telescopio pequeño, para ver letreros en la calle por ejemplo. Incluso me apoyaron en la compra de mis lentes porque son poco comunes y por cierto, no baratos”, afirmó.
Con la alegría que se percibe apenas abre una puerta, la profesora quiso compartir un mensaje a quienes están a pasos de iniciar sus estudios superiores, y quizás tienen temores por situaciones parecidas a la de ella. “Mereces la misma oportunidad que todos, y en la Universidad la vas a tener. Hay un acompañamiento para que te vaya bien, y a la hora de saberlo, al menos en mi caso, mis profesores se adecuaron en el material que me entregaban, o incluso en el color de las presentaciones Power Point y eso te aporta lo necesario para que sigas adelante”.
Su experiencia no ha sido solo personal, sino que fue motivo para pensar en alguien que el día de mañana llegue a su sala de clases con alguna situación de discapacidad. “Quise tomar un curso y estoy certificada para hacer clases a personas con discapacidad visual. A través de Senadis incluso conseguí una máquina para hacer guías en braille, y desde ya aplico lo aprendido, por ejemplo, mis trabajos nunca irán con una letra muy pequeña para que todos puedan leer”.
Perseverancia y dinamismo: Josué
Josué Alveal Gajardo cursó su enseñanza media en Cabrero, y luego terminó la entonces carrera de Pedagogía en Matemática y Educación Tecnológica el año 2018 en el Campus Los Ángeles de la UdeC. Recuerda su ingreso como un estudiante tímido, pero confiado en el manejo que tenía con los números. Eso lo sabía él, y también se lo decían constantemente.
Su memoria lo hace viajar a una de sus primeras clases: álgebra. Fue entonces cuando notó una dificultad, ya que no podía ver claramente lo que estaba escrito en la pizarra, a pesar de estar sentado en los primeros asientos.
Para él fue paradójico que su pasado como destacado alumno en enseñanza media no se viera reflejado en la universidad. Y la razón la conoció tras su diagnóstico, una enfermedad ocular llamada retinitis pigmentosa, caracterizada por presentar pérdida grave de la visión.
“Fue aquí (en su etapa universitaria) donde se desarrolló mi discapacidad visual, fueron los profesores quienes me apoyaron, todavía recuerdo al profesor Jorge Cid que fue quien hizo contacto con ARTIUC, un departamento en Concepción que trabaja con personas en situación de discapacidad visual. Allá me dieron ciertos lineamientos y contactos con personas con las que podría hablar para que igual me ayudaran a desempeñarme y aprender todo lo que aborda esta situación de discapacidad visual”, recordó el profesor.
Tras su ingreso a la universidad y a pesar de lo antes dicho, no hubo para él motivo para rendirse. Conseguiría su título profesional y enseñaría a las nuevas generaciones sobre números, sumas, restas y divisiones.
Actualmente Josué lleva las matemáticas a sus estudiantes del Liceo Técnico Profesional de Campanario, en Yungay. Con su experiencia se demostró a sí mismo que podía educar, enfrentando el miedo que existió al momento de iniciar una clase.
Esto solo lo ha motivado para buscar nuevas maneras, proponiendo a sus cursos acciones diferentes a las que quizás se viven día a día en una sala de clases, donde la mayoría de las veces para preguntar se debe levantar la mano.
“Creo ser el segundo o tercer profesor de matemática del país en esta condición. Los chicos han sido super conscientes, ha sido un aprendizaje mutuo junto a mis estudiantes. Si puedo dar un mensaje es que a pesar de las circunstancias uno siempre puede, por más que sea la situación de discapacidad o lo que sea, si uno le pone empeño y el esfuerzo necesario, va a poder conseguir su meta”, compartió el docente.
El paso de Loreto y Josué por el Campus Los Ángeles significó para ellos cumplir una meta. Esto, también respaldado por las herramientas que les dio la universidad, donde a pesar de los comentarios que por fuera alguna vez les dijeron sobre lo difícil de estudiar por sus problemas de visión, no tuvieron razones para dejar lo que su vocación les decía: enseñar sin excusas.