opinión
Prof. Víctor Eugenio Gatica Mardones
Agosto 22, 2023
Nos encontramos en un siglo lleno de retos, donde el contexto sanitario global, el cambio climático y los cambios sociopolíticos, laborales, morales y éticos demandan una reconsideración de nuestras escuelas. Si bien los desafíos que enfrentamos y los que están por venir son enormes, contamos con una generación de jóvenes dispuestos a opinar y participar. Por lo tanto, es fundamental que adquieran herramientas comunicativas, desarrollen el pensamiento crítico, valoren la ciencia y construyan un carácter humanista que aprecie las diferencias y promueva la convivencia pacífica.
Es necesario hablar entonces, de educar para la vida, mediante un proceso de enseñanza-aprendizaje que no se enfoque únicamente en la adquisición de conocimientos teóricos, sino que también promueva el desarrollo de habilidades y actitudes constructivas.
Es por ello que los centros educativos deben resignificar la educación, lo que implica reevaluar y transformar las prácticas educativas, adaptándolas a las necesidades y requerimientos de la sociedad actual. Esto debe ir de la mano con la comprensión del contexto local y la resolución de las necesidades inmediatas. La innovación y el uso de las nuevas tecnologías son una oportunidad y deben tener un papel relevante en este proceso.
En el mundo actual, desarrollar competencias relevantes implica fomentar la creatividad y, por supuesto, el pensamiento crítico. Si bien la tecnología ha brindado nuevas posibilidades y ha facilitado aún más la vida en los albores del siglo XXI, debemos considerarlas como herramientas. Para utilizarlas de manera efectiva, se requiere educar personas que sean capaces de generar ideas originales, éticas y cooperativas.
Reconociendo que las tecnologías no son la única solución para mejorar la educación, es un elemento a ser considerado. En relación a la implementación de recursos tecnológicos es necesario contar con un plan que aborde este requerimiento el cual deberá estar constituido en el Proyecto Educativo Institucional (PEI) de cada establecimiento. Si bien los esfuerzos individuales son bien intencionados y enriquecen la labor de un determinado docente, se debe contar con un plan institucional que apunte a una dirección y desarrollo de todos los y las estudiantes. Esto evitará contradicciones entre el uso de equipos tecnológicos al interior del aula, posibilitando el mejoramiento de la infraestructura enfocada en este campo, y el acceso equitativo a las tecnologías.