Campus
Valentina Balboa Torres
Junio 3, 2025
El análisis lo realizó la Dra. Carmen Montecinos en medio del desarrollo del Ciclo Internacional de Mentoría Docente en el Campus Los Ángeles.
La etapa de la mentoría docente puede ser una de las más relevantes en la formación de un profesor o profesora. Se trata de aquel momento en el que un profesional con mayor experiencia acompaña al estudiante para facilitar su desarrollo profesional y su inserción en la comunidad educativa, buscando impactar positivamente su práctica profesional.
Debido a la relevancia de este paso en el proceso formativo es que en el Campus Los Ángeles de la Universidad de Concepción se ha estado llevando a cabo el Ciclo Internacional de Mentoría Docente, el que cuenta con la participación de al menos una decena de expertos y expertas en la materia.
Una de ellas es la Dra. Carmen Montecinos Sanhueza, quien lleva consigo una relevante carrera. Actualmente es profesora titular de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de Valparaíso, y además directora del Centro Líderes Educativos.
Su análisis sobre la formación práctica de estudiantes de pedagogía tiene una directa relación con el trabajo mutuo y colaborativo. En primer lugar, destaca la relevancia que tiene la participación de docentes que ya son parte del sistema escolar y que colaboran en aquel primordial momento de las mentorías.
“Para poder ejercitar ese rol necesitan primero tener una visión clara de cómo se aprende a enseñar. Porque lo que ellos tienen que hacer es facilitar el aprendizaje profesional de los futuros profesores, y sabiendo cómo hacerlo, cómo se aprende a enseñar, y después cuáles son las tareas específicas que ellos tienen, pueden apoyar ese proceso de aprendizaje, y también cuáles son las condiciones para que eso pase” explicó.
En medio del Ciclo Internacional de Mentoría Docente que toma lugar durante mayo, junio y julio en el Campus Los Ángeles, la académica dictó también una charla, denominada “La triada formativa para el aprendizaje profesional: colaboración, identidad y desarrollo docente”.
En este espacio, aclaró que “la condición fundamental que vamos a abordar es la colaboración, pero entendiéndola no solamente entre personas, sino también entre la universidad y el sistema escolar. Entonces hay dos niveles de colaboración, uno de las instituciones y otra desde las personas que se reparten en las instituciones y que se juntan con el propósito compartido de ayudar en la formación de las futuras generaciones”.
El primer momento en que un estudiante en formación llega a asumir el rol de docencia suele ser en la práctica profesional, algo que Montecinos reconoce puede demostrar uno de los primeros desafíos en la carrera. “Es un proceso que requiere de acompañamiento, pero también requiere de reflexión e indagación sistemática, y justamente una de las tareas que tiene el profesor del aula que recibe al practicante es fomentar estos procesos más reflexivos”.
Considerando lo anterior, llamó a tener claridad en que la formación inicial de las y los docentes, como también su formación continua, requiere de la experiencia que está distribuida en diferentes partes del sistema. “La universidad por sí sola no puede formar profesores, la escuela por si sola tampoco, entonces ahí tiene que haber una sinergia de colaboración con beneficio mutuo. Es muy importante que la participación de los estudiantes de pedagogía en las aulas escolares genere mejoras para las aulas escolares, y que la participación de las universidades en las aulas escolares entregue insumos para mejorar la formación”.
Extendió también la responsabilidad de un trabajo en conjunto para identificar barreras o dificultades que puedan estarse transmitiendo a las nuevas generaciones, pudiendo preguntarse qué puntos del curriculum se puede mejorar para combatir aquello.
Fue así que finalizó explicando que lo anterior “también nos permite entender cuáles son aquellas fortalezas que sí tenemos, porque los estudiantes de pedagogía tienen un muy buen desempeño, y cómo usar esa fortaleza para abordar aquellas áreas que requieren de más apoyo. Entonces, es esta idea de que la formación práctica tiene que estar pensada desde la mutualidad, y de cómo esta asociación única va a generar mejores oportunidades de aprendizaje para los niños del sistema escolar, para sus profesores, y también mejores oportunidades para el curriculum de formación inicial”.