opinión
Dra. Carmen Claudia Acuña Zúñiga
Noviembre 22, 2022
El 1999 la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La fecha fue elegida en conmemoración del brutal asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, activistas políticas de República Dominicana, por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo en 1960.
Un 88% señala que la mayoría de las mujeres es acosada sexualmente alguna vez en su vida. (Encuesta Corporación Humanas, 2016). 1 de cada 10 mujeres y niñas de 15 y 49 años fueron objeto de violencia sexual o física ejercida por la pareja en el último año (Panorama de Género, ONU Mujeres, 2022). Este mismo informe indica que, la mitad de las mujeres se sienten inseguras al caminar solas por la noche en zonas urbanas, y la evidencia indica que hubo una escalada de la violencia y el acoso durante la pandemia.
Las mujeres desempeñan solo 2 de cada 10 trabajos en el campo de la ciencia, la ingeniería, y las tecnologías de la información y las comunicaciones en todo el mundo. Estas conforman solo el16,5% de los inventores asociados a una patente. Por otro lado, más de 380 millones de mujeres y niñas viven en la pobreza extrema con menos de USD 1,90 al día. (ONU Mujeres, 2022)
Datos hay muchos. Sabemos que existen múltiples manifestaciones de violencia: física, económica, sexual, psicológica y simbólica. De las primeras no me referiré pues de todas ellas hay ejemplos, experiencias y vivencias. Por el contrario, la violencia simbólica, es invisible y por ende soterrada, quizás tan naturalizada que por ello sea tan complejo erradicarla.
Forma parte de nuestra cultura y de las relaciones asimétricas entre las personas. Pierre Bourdieu (sociólogo francés) la describe como “violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento”. El SERNAMEG indica que se trata de roles que tradicionalmente se le asocian como labores de cuidado y de limpieza o estereotipos sexistas, invisibilidad de los aportes o la critica constante a los cuerpos que “necesitan” ser mejorados.
El 25 de noviembre se conmemora la eliminación de todas las violencias. Todas ellas dejan huellas: la denostación, la humillación, la desvalorización y el encasillamiento entre muchos otros afectan la autoestima, y generan un sufrimiento silencioso muchas veces silencioso. En un mundo cada vez más agresivo, creemos más que nunca que esta fecha nos sirve para pensar en que sociedad queremos para vivir. Nos hemos acostumbrado a vivir precavidas; a avisar que llegamos bien; a dar la patente del taxi; a no caminar a ciertas horas… porque sabemos y se ha demostrado que niñas y mujeres son más proclives a los ataques en la calle, en la micro, en la escuela o inclusive en el propio hogar. Sabemos que todas las violencias duelen, por eso, el llamado es a no permitir la naturalización de prácticas maltratadoras, a no hacer oídos sordos, a no voltear la mirada.