opinión
Natalia Pérez
Diciembre 13, 2022
La segregación estructural del sistema educacional chileno tiene graves implicancias para los grupos sociales con menos oportunidades de acceder a una educación de calidad, que se expresa en la deserción en las universidades, mayor en las carreras con más matemáticas, con influencia de las notas de EM o NEM y el puntaje en las pruebas de selección.
Investigamos la identidad de aprendiz y las habilidades matemáticas, en Pedagogía en Matemática en una universidad tradicional, en que apenas el 6% terminaba su carrera en los 5 años, el 18% demoraba tres años y algunos, 10 años; el 25% abandonaba en primer año y también en los cursos sgtes., llegando al 56%.
Quienes se mantienen en la carrera tienen padres con más años de escolaridad, cuentan con ayudas estatales para financiar la carrera, más redes de apoyo familiar; egresaron de colegios particulares subvencionados, logran mejor puntaje en NEM y en las pruebas de acceso (PSU MAT); tienen mejor puntaje en procesamiento profundo, estrategias metacognitivas y de abstracción y son más conscientes de las debilidades en conocimientos previos en Matemática y de la necesidad seguir talleres de nivelación en las asignaturas de la carrera. Estrategias de formación interactivas y nivelación favorecerían la IdA y la permanencia. Entre los que abandonan y los que permanecen en la carrera no hay diferencias en creencias sobre las Matemáticas, eligieron esta carrera como primera opción ni en autorregulación; tampoco difieren en las sugerencias para mejorar la carrera, donde ven necesario incluir más didácticas, ir a prácticas progresivas a colegios desde 2° año; pero los que abandonan no sugieren talleres de nivelación ni se sienten con menor preparación previa en matemática, enfatizan todos-as la empatía docente; que se relaciona con la idea de priorizar “la mejora de la calidad de la formación de las escuelas formadoras de docentes con el fin de compensar las desventajas de origen que tienen sus estudiantes e implementar políticas que posibiliten un cambio en la composición de los estudiantes de pedagogía, por ejemplo, a través de un sistema de becas e incentivos que atraigan a alumnos de más alto rendimiento”(Mizala, 2011).