opinión
Irma Lagos Herrera
Noviembre 8, 2022
Hace treinta y seis años que la Escuela de Educación- antes Depto. de Educación- inició las prácticas pedagógicas en Alto Biobío. La primera práctica la hizo el profesor José Bernardo López Viveros en la Escuela Particular de Quepuca Ralco, el primer semestre de 1986; ya titulado fue contratado como docente en ese establecimiento.
Entre los años 1991 y 1993 en el contexto del postítulo que Bernado realizaba, diseñamos una innovación curricular para 5° y 6° año(curso combinado), con el fin de mejorar la calidad de los aprendizajes, implementando el principio de pertinencia o contextualización curricular, cuyos resultados presentamos en el XIII Encuentro Nacional de investigadores en Educación, CEPEIP, Santiago.
El profesor B. López era muy estimado en la comunidad y a través de él conocí personas valiosísimas como Panchita Curriao, una mujer sabia, sus hijos e hijas. Fueron años de aprendizaje que no estaban en libros ni en academias de pre o postgrado, que nos han permitido valorar las culturas de nuestros pueblos originarios.
Posteriormente seguimos desarrollando actividades con el mismo principio de contextualización curricular en varias escuelas de Alto Biobío, en el marco de las Prácticas Pedagógicas, Prácticas Intermedias, aproximadamente 25 estudiantes de nuestras carreras de infancia (Ed. Parvularia, Ed. Gral. Básica, Ed. Diferencial) y algunos de Pedagogía en Matemática han realizado su práctica profesional en las diversas escuelas particulares y municipales de Alto Biobío, junto con seminarios de título; hemos patrocinado cinco tesis de postgrado. Actualmente, gran parte del profesorado que trabaja en Alto Biobío, empezó a conocer esta cultura a través de sus prácticas intermedias y profesionales.
Desde el inicio de esta vinculación con Alto Biobío, vimos la limitación de no saber su lengua, por eso invitamos al poeta y cantautor Pedro Aguilera Milla (Q.E.P.D.), a enseñar el chedungun en la Sede Universitaria. Estudiantes y sobre todo público en general se interesó por participar en esos cursos de Extensión. Paralelamente nos comunicamos con docentes expertos en lengua y cultura mapuche de las dos universidades líderes en educación intercultural bilingüe, como los doctores Daniel Quilaqueo, Desiderio Catriquir y Segundo Quintriqueo de la Universidad Católica de Temuco y otros de la Universidad de La Frontera, cuyas publicaciones e investigaciones ayudan a comprender críticamente la complejidad de la educación intercultural. Con Pedro desarrollamos proyectos y coeditamos un libro, Raíz troncal pehuenche. Relatos de ancianos de Cauñicú.
Por ese tiempo, la mayoría de las universidades no incluían la lengua y la cultura ancestral indígena en el currículum de formación inicial, carencia que me llevó a gestionar su inclusión al menos a través de electivos que co-elaboramos con el profesor Domingo Carilao, basándonos en la experiencia de la U. Católica de Temuco; contamos con el apoyo del jefe de carrera de Ed. Básica, el profesor Claudio Baro M. y los profesores Idalio Cuminao y Eliseo Rivera.
Unos pocos años después, nos dimos cuenta que un electivo es insuficiente para formar las competencias intercultural necesarias en el profesorado. Con mucho optimismo de mi parte y con la colaboración del profesor Domingo Carilao, diseños la mención de Educación Intercultural, que presenté sin éxito a las autoridades de nuestra universidad en Concepción. La idea era motivar a jóvenes pehuenches a ingresar a carreras de infancia y especializarse en Ed. Intercultural, de modo que pudieran enseñar desde su lengua y cultura al estudiantado pehuenche.