opinión
Francisco Javier Parada Barriga
Junio 24, 2025
Recientemente la provincia de Biobío vivió un sistema frontal que provocó cortes masivos de energía. Según la prensa local, más de 35 mil clientes quedaron sin suministro en la comuna y más de 160 mil en toda la región. La interrupción se extendió por días, afectando de manera prolongada a miles de familias, comercios y servicios.
Este nuevo corte deja en evidencia una falla estructural: un sistema eléctrico que no está preparado para responder con eficiencia a situaciones cada vez más frecuentes y previsibles. ¿Existe la suficiente inversión en mejoras de infraestructura, modernización de procesos o sistemas de respuesta automatizados?
Pero el problema no se detiene en lo físico. Hoy, el riesgo es también digital. En 2024 se promulgó la Ley Marco de Ciberseguridad, que declara a la infraestructura eléctrica como “crítica para el país”. Esta ley exige que empresas del rubro cuenten con medidas preventivas, protocolos de respuesta y resiliencia ante ciberataques. ¿Están realmente preparadas? Es legítimo dudar. Porque si la caída de algunos árboles es capaz de paralizar todo un sistema, ¿cómo enfrentarían una amenaza invisible, compleja y simultánea como un ataque cibernético?
No hablamos solo de un apagón. Hablamos de una falla en el enfoque. El siglo XXI exige servicios conectados, inteligentes, resilientes. No es aceptable que, con acceso a tecnologías de monitoreo remoto, inteligencia artificial y automatización, se siga dependiendo de brigadas que tardan horas o días en atender sectores completos, sin siquiera entregar información clara al usuario final.
La ciberseguridad y la continuidad operativa van de la mano. Si queremos un país preparado para enfrentar tormentas naturales y digitales necesitamos empresas con compromiso real, autoridades fiscalizadoras activas y una ciudadanía que exija respuestas a la altura.
Los cortes de luz seguirán ocurriendo. Las tormentas, el cambio climático y los ciberataques son parte del mundo que habitamos. Lo que no puede seguir ocurriendo es la falta de preparación, comunicación y responsabilidad.
Porque en una sociedad hiperconectada, no hay excusas para dejar a la gente a oscuras.