opinión
Dr. Mauricio J. Rondanelli Reyes
Abril 22, 2022
El 22 de abril en muchos países del mundo se celebra el Día de la Tierra, oficialmente es “El Día Internacional de la Madre Tierra”, y quizás, así como van las cosas, más que celebrar debiéramos comprometernos con la Tierra de manera significativa y concreta éste y todos los días, todo gesto vale. Océanos contaminados entre otros, por material plástico y acidificación de sus aguas; calentamiento global en crecimiento que determina cruentas agonías en ecosistemas terrestres y acuáticos, acompañado de incendios masivos que exterminan toda biodiversidad presente en los cientos y miles de kilómetros que se consumen sin remedio; sequías, hambrunas y sus consiguientes efectos traducidos finalmente en guerras y migraciones, y hasta el Covid-19 aún presente (quizás por cuántas mutaciones más) como enfermedad zoonótica, son en general resultado de las perturbaciones antrópicas sobre nuestro planeta. Conmemorar este día entonces se transforma en un deber moral para todo ciudadano y ciudadana conscientes y responsables con el único lugar que tenemos para vivir y que además se comparte con una biodiversidad y recursos irrepetibles. Así como en nuestros propios hogares procuramos vivir de la mejor manera, aprovechando inteligentemente los recursos de que disponemos, generando en la medida de lo posible entornos naturales acogedores con vida animal y vegetal, priorizando el bien vivir y el buen trato, así mismo debiéramos ser con respecto a nuestra biósfera. Las acciones continuas de deforestación, cambio de uso del suelo, ganadería y producción agrícola intensiva, la explotación ilegal de los recursos vivos animales y vegetales (terrestres y acuáticos) son actividades nocivas y destructivas para nuestro planeta, y en este punto las leyes y la gobernanza cobran un valor trascendental. Las buenas intenciones deben ciertamente estar acompañadas de la norma, ojalá constitucional, que vele por el correcto cumplimiento de la ordenanza. Mucho se debate hoy por si la naturaleza debe ser o no sujeto de derecho; más allá de los criterios disciplinares y técnicos al respecto, que ciertamente son válidos y necesarios frente al tema, existe también el criterio común que nos debe hacer reaccionar y actuar decididamente frente al deterioro del planeta. Necesitamos urgentemente a maestros, técnicos y profesionales, a todos y todas para que juntos “reparemos la casa” antes de que llegue el invierno.