Campus
Valentina Balboa Torres
Mayo 28, 2024
Orientación, oferta académica, diálogo y trabajo conjunto fue lo que destacó de un proyecto que terminó por reunir a los tres campus de la casa de estudios.
El trabajo bidireccional y la interculturalidad son ejes relevantes dentro del Plan de Desarrollo 2022-2030 y por ende han generado una serie de acciones en la Universidad de Concepción.
Dentro de ellos, destacan proyectos desarrollados en Alto Biobío, que han permitido conocer más de la comunidad que allí habita, como también acercar a ella respuestas a ciertas necesidades manifestadas.
Este fue parte del contexto que generó la Escuela de Otoño 2024, un trabajo liderado por los académicos Dr. Rubén Abello y Dra. Xeny Godoy, en colaboración permanente con el coordinador de Interculturalidad de la UdeC Rodrigo Herrera.
Lo anterior, en un trabajo constante con educadores tradicionales de la comuna como Eva Tranamil quien es coordinadora EIB, Néstor Quepil y Norma Tranamil educadores tradicionales Liceo Ralco, más el apoyo del director del mismo establecimiento educativo Rodrigo Toro.
De este modo y tras meses de trabajo, se desarrolló la Escuela de Otoño 2024 en el Liceo Ralco, que acogió a decenas de jóvenes de diferentes niveles educativos de Alto Biobío en un momento de orientación sobre educación superior.
La directora general del Campus Los Ángeles, Dra. Helen Díaz, se refirió a la labor de quienes lideraron este plan, indicando que “ellos han sido capaces de comprometer y encantar a facultades de Chillán, Concepción, y académicos del Instituto Virginio Gómez, que se sumaron a esta iniciativa y que les acompañaron. Creemos que la relevancia está en estos dos hitos, que es acercarnos al Alto Biobío y la capacidad de nuestros académicos de comprometer, encantar y sumar más voluntades para llegar a este sector”.
El profesor asociado y director de Departamento de Teoría Política y Fundamentos en la Educación, Rubén Abello, explicó que el recorrido en el Liceo de Ralco era por sala, y en cada espacio se iban presentando áreas como educación, enfermería, arquitectura, ciencias sociales, entre otras, donde los asistentes podían conocer, preguntar e informarse sobre las carreras.
Por otro lado, Abello fue enfático en subrayar lo que significó este trabajo, ya que “fue fuerte el impacto, hubo mucho movimiento, tanto de estudiantes como profesionales, eso fue emotivo. El ambiente fue positivo, en general me fijé que profesores y estudiantes estaban contentos y motivados”.
Mientras que el encargado de la Unidad de Interculturalidad de la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio, Rodrigo Herrera, agregó que “la importancia tiene que ver con la forma de articulación del territorio que tiene que ver con recoger las demandas, ir conversando cómo implementarlas, y fue así como nació la Escuela de Otoño. Es un trabajo conjunto y colaborativo, y eso es lo más rescatable”.
Una actividad que también fue valorada desde la propia comuna, ya que Eva Tranamil coordinadora EIB, enfatizó que quienes asistieron “tuvieron la posibilidad de informarse y crear lazos. Esto facilitó el acceso a la educación superior a los jóvenes de nuestra comuna, de Alto Biobío, y también la Universidad creó y mostró el compromiso para vincularse más en las comunidades locales y también entregar colaboraciones para el desarrollo territorial”.
Expectativas superadas
Fueron alrededor de 6 meses los que antecedieron a la Escuela de Otoño impulsada por docentes del Campus Los Ángeles, lo que significó un arduo trabajo en todo el territorio de Alto Biobío, haciendo recorridos por comunidades, entablando diálogos con los loncos y las familias, e incluso concretando jornadas de trabajo para, de manera exclusiva, recoger las opiniones, proyecciones y expectativas de la comunidad.
Ante esto, la académica Xeny Godoy, quien además trabaja en un proyecto de anamnesis en la misma comuna, comentó respecto de la Escuela de Otoño que las expectativas fueron realmente superadas, y que además se logró un trabajo bidireccional caracterizado por una pertenencia territorial cultural que “implicó 6 meses de conversación, de mucha escucha, de mucha ruca y de reflexión. En este trabajo las y los académicos hemos aprendido a tener una actitud de escucha activa y nos hace muy bien, porque generalmente somos nosotros quienes hablamos, pero en Alto Biobío, escuchamos”.
De este modo, la académica también proyectó nuevas coordinaciones con otros profesionales y el territorio, con el fin de mantener los importantes lazos que se forjaron, siempre con una mirada de aporte y trabajo conjunto hacia la comunidad y por sobre todo a las nuevas generaciones que se abren a continuar hacia alguna profesión que a futuro pueda seguir impactando positivamente a la cordillerana zona de Alto Biobío.