opinión
Sergio Morales Candia
Julio 11, 2023
En las últimas décadas, la sociedad ha experimentado un notable desarrollo en diversos ámbitos, tales como, el acceso expedito a la información, tecnologías cada vez más inteligentes y sofisticadas, junto con la superación de las barreras geográficas en la comunicación. Estos cambios han generado transformaciones profundas en las sociedades modernas, trayendo consigo nuevos desafíos y objetivos de desarrollo.
Como respuesta a lo anterior, en el ámbito educativo se han experimentado importantes cambios e innovaciones a nivel global para hacer frente a los desafíos del siglo XXI. En este contexto se ha reconocido cada vez más el valor de la alfabetización en el desarrollo integral de las personas; habilidades como pensamiento analítico, resolución de problemas, trabajo en equipo; junto con cualidades como curiosidad, liderazgo y adaptabilidad se han transformado en elementos fundamentales en las reformas educativas. Tales transformaciones son acompañadas de un cambio de paradigma educativo que nos invita a dejar atrás la obsoleta enseñanza centrada en el profesor y el contenido, para avanzar a una enseñanza centrada en el estudiante, en sus cualidades, en sus habilidades y en la aplicación funcional del conocimiento, atendiendo así al desarrollo de competencias necesarias para afrontar las demandas y problemáticas del futuro.
Chile no está exento de tales desafíos, un indicador de la necesidad de un nuevo paradigma educativo es el resultado de la prueba PISA en 2018, el cual mostró que el 51,9% de los estudiantes chilenos de 15 años, que participaron de la evaluación, no habían desarrollado las competencias matemáticas mínimas para desenvolverse adecuadamente en una sociedad moderna. A esto, se suman los recientes resultados del SIMCE que han dejado al descubierto un gran vacío en los aprendizajes escolares post pandemia, particularmente en matemática; situación que provoca preocupación a nivel nacional, pues además evidenció un incrementó en la brecha de género, dando cuenta de diferencias sustanciales en los aprendizajes matemáticos de niños y niñas.
Por todo lo anterior, se hace imprescindible y urgente asumir responsablemente los desafíos que han quedado al descubierto, particularmente en matemática, promoviendo el desarrollo e implementación de políticas públicas que conduzcan al fortalecimiento del rol de la escuela y sus comunidades, con la finalidad de promover y fortalecer la formación de ciudadanos integrales; con capacidades para insertarse y convivir en la sociedad, tomar decisiones y buscar soluciones a los problemas que enfrentan en su vida. Una tarea de tales dimensiones, demanda que todos los actores educativos pongan a disposición, con compromiso, sus competencias profesionales, en favor de una mejora de la educación en el siglo XXI que integre las tecnologías y los recursos digitales, fomentando habilidades como el pensamiento crítico y la colaboración, garantizando igualdad de oportunidades formativas para todos los estudiantes y profesionales de la educación.