opinión
Dra. Helen Díaz Páez
Noviembre 2, 2021
Las invasiones biológicas es un proceso producido fundamentalmente por acción antrópica y ocurre cuando organismos, tales como plantas, animales u otros, son transportados por la acción humana, intencional o accidentalmente, a nuevas áreas. Cuando estas especies logran sobrevivir sin intervención humana reproduciéndose y propagándose, vienen los problemas ya que comienzan a competir y/o depredar a las especies autóctonas.
Uno de estos invasores es la tortuga de orejas rojas (Tachemys scripta elegans), reptil que recibe su nombre por la presencia de dos manchas rojas ubicadas detrás de los ojos, lugar donde uno esperaría encontrar las orejas. Esta tortuga originaria a del sureste de Estados Unidos y noreste de México, fue introducida en Chile por la década del 50’. Su apariencia encantadora hizo que se convirtiera rápidamente en una novedosa mascota, considerada de fácil mantenimiento y bajo costo.
Numerosas familias, las adquirieron sin dudarlo ya fuera en solitario o pareja, junto a un pequeño acuario. Un aspecto, que estos dueños primerizos quizás no sabían es que estas tortugas pueden vivir hasta 50 años en cautiverio, llegando a un tamaño de 20 a 30cm, siendo los machos más pequeños que las hembras. Los requerimientos de espacio, por tanto, son cada vez mayores quizás por ello muchos de sus dueños toman la decisión de liberarlas en algún cuerpo de agua, olvidando su responsabilidad en la tenencia de mascotas (ley N° 21020, llamada también “Ley Cholito”).
Algunos pensaron que al ser reptiles provenientes de climas cálidos no sobrevivirían en las zonas más frías del país, por lo que su liberación no generaría perjuicio a los ambientes naturales. Sin embargo, esta tortuga se ha encargado de demostrar que es una especie de gran fortaleza, capaz de sobrevivir en las más variadas condiciones ambientales. Su dieta de tipo omnívora, así como su voracidad hacen que estas depreden algas, peces, crustáceos, anfibios e invertebrados de los cuerpos de agua, compitiendo y depredando con las especies nativas. Además, suelen ser portadores asintomáticos de Salmonella, bacteria que puede afectar tanto, a humanos como animales, por lo que su presencia en los ambientes naturales se constituye en un grave peligro. Es por ello que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza,la considera como una de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo(https://portals.iucn.org/library/sites/library/files/documents/2000-126-Es.pdf) y a nivel nacional el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) tiene prohibido su ingreso al país, así como su comercialización.
En Chile el primer reporte de tortugas en ambientes silvestres fue realizado en el año 2002, sin embargo, a la fecha se han reportado numerosos avistamientos, encontrándose hembras grávidas en ciudades tan australes como Valdivia. Son estos antecedentes los que han llevado a acciones concretas para frenar su propagación. Destaca en nuestra región que el año 2020 la municipalidad de San Pedro de la Paz (provincia de Concepción) propicio la extracción de éstas desde el humedal los Batros, como una manera de frenar a este invasor y proteger el humedal y su avifauna. Los Ángeles no está ajeno a este problema y existen especímenes que han sido liberados en ambientes de humedal como la Laguna El avellano y quizás existan otros que aún no sido reportados. Para quien desea conocerlas los invito a observar a las tortugas que habitan en el Campus Los Ángeles de la Universidad de Concepción, donde se observan cuatro tortugas adquiridas hace unos años por la dirección general, grupo que fue aumentando producto de las mascotas no deseadas por sus dueños quienes las iban a entregar a dicha institución. Haciendo un ultimo llamo a no comprar este réptil ya que sin desearlo están contribuyendo al daño de nuestro ambiente.