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opinión

Patricio Manns, un ‘cazador’ imprescindible

Dr. Gonzalo Aguayo Cisternas

Octubre 2, 2021

Nuevamente un artista chileno será vitoreado, (re)visitado y, quizás, leído post mortem. Además, recibirá merecidas loas, homenajes y divulgación mediática que en vida no abundan, a pesar de sus méritos; incluso, puede que un busto con su faz adorne una plaza. Lo cierto es que el mayor monumento que un creador requiere es que exista público que acceda y, luego, difunda la obra que va dejando, aunque sea dentro de un modesto radio de acción que puede amplificarse por medio del antiguo método del boca a boca con el objeto de esparcirla como semillas prolíficas con las cuales se pueda cosechar el reconocimiento nacional. Es el caso de lo ocurrido con Patricio Manns. Pude conocerle tempranamente en las tertulias familiares regadas de ritmos folclóricos y de la nueva canción chilena -que nunca envejece-, escuchando la fecunda labor musical de este autor sureño, desde la mil veces coreada y emblemática canción de fogata ‘Arriba en la cordillera’ hasta un himno -que considero a estas alturas tan propio y personal- de tunante y trovador inagotable como ‘El andariego’, melodías de suyo tradicionales cuyos versos no pueden sino calificarse como poesía de cepa pura. Asimismo, lentamente, me fui involucrando con su obra literaria, menos visible y popular que su otra veta; pero, no por ello menos vasta, trascendente, en la cual puede apreciarse en no pocas ocasiones un carácter experimental. Conocí ese universo a través de ‘Buenas noches los pastores’; la críptica ‘El desorden en un cuerno de niebla’; la trastienda vital de un enigmático criminal francés, que terminó venerado en la ciudad de Valparaíso en ‘La vida privada de Emile Dubois’; ‘El corazón a contraluz’, sobre la luctuosa historia de la Patagonia finisecular del tristemente famoso Julius Popper; ‘Violeta Parra, la guitarra indócil’, dedicada a su congénere de generación o la novela acerca de una de las rebeliones autóctonas en Ránquil en los primeros decenios del siglo veinte: ‘Memorial de la noche’ -antes Actas del Alto Biobío, una forma discursiva que usó para algunas de sus obras de denuncia: ‘Actas de Marusia’, que fuera llevada al cine por Miguel Littin, ‘Actas de Muerteputa’, entre otras- . Sin embargo, sabida aquella faceta política y militante, hubo una de ellas que llamó mi atención por esa escritura volcánica, tan propia de la obra de Manns, cuya impronta se aprecia en sus canciones. Se trata de ‘Actas del cazador en movimiento’, una de esas raras joyas de culto con las cuales uno se tropieza en la vida. En dicho texto, relata cómo se formó como artista autodidacta, a través de una biblioteca babilónica que estaba en su casa, edificada a pulso por su madre, quien era una esforzada profesora normalista de estos lejanos confines. Lector empedernido, recibió la orden de no acercarse a determinadas historias, prohibidas para su novel edad. Impulsado por su rebeldía endémica, desobedeció sin miramientos. Esa porfía le llevó a conocer gran parte de la literatura occidental que llenó su cabeza de palabras y relatos que le pusieron en un nivel educativo avanzado de su clase en el ámbito de las letras, pero retrasado en las matemáticas, que se le negaron de por vida. En ese texto, rico en anécdotas de ese tipo o de otras que muestran sus avatares vitales que lo convirtieron en un superviviente crónico -explicado en su canción ‘La muerte no va conmigo’-, es posible entender de qué manera congenian la palabra creadora innata reforzada por la lectura clásica con la realidad y la existencia exaltada con giras, viajes y exilio desde donde emergen sus obsesiones para convertirlas en leitmotiv, materiales suficientes que al mezclarlos forjaron una impronta propia. Patricio Manns compartirá escenario en el dorado parnaso chileno de creadores y divulgadores del alma nacional, de piel joven pero llena de cicatrices, con nombres insignes como los de Violeta Parra, Margot Loyola, Víctor Jara, Héctor Pavez, Rolando Alarcón. Pero también, se invita a considerar su otra voz, tan imponente como la musical, dentro de la literatura, donde podrán encontrarse genuinos relatos que son, a estas alturas, las otras presas que luce este indomable cazador.

Columnista(s)

Dr. Gonzalo Aguayo Cisternas

Director Programa de Magister en Didáctica para el trabajo Metodológico de Aula Universidad de Concepción, Campus Los Ángeles

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