opinión
Rafael Zapata Lamana
Julio 5, 2021
“……El juego es la más bella invención; es un arte libre…..”
El tiempo frente a pantallas se define como el momento dedicado a mirar televisión u otros dispositivos como computador, teléfono, consola de videojuegos, tableta y reproductores de audio. Se recomienda que niños y niñas no excedan las 02 horas al día frente a una pantalla, no obstante, diversos estudios han reportado que el 83% de los escolares pasan más tiempo del recomendado para su edad frente a una pantalla, promediando entre 2,5 a 04 horas diarias con un máximo de 08 horas. En línea de lo anterior, el 75% de los jóvenes posee al menos un dispositivo de pantalla en su dormitorio y el 60% de ellos informa su uso regular al menos una hora antes de dormir, considerándose esto, una de las principales causas de las alteraciones del sueño en niños y adolescentes.
Algunos aspectos por los que las pantallas afectan el sueño son: el desplazamiento de la hora de dormir, la estimulación provocada por el contenido y el efecto de la luz emitida por estos dispositivos. Este último aspecto, resulta de gran interés debido a que se ha demostrado que en los niños, la emisión de luz suprime la secreción de melatonina el doble que en los adultos, alterando el ciclo circadiano de sueño/vigilia y la calidad de sueño, lo que se manifiesta en diversos aspectos físicos, emocionales, psicomotores, neurocognitivos y académicos.
Específicamente, en las actividades académicas los escolares presentan una baja atención en sus clases, disminución de la memoria y baja del rendimiento evaluado por calificaciones y pruebas estandarizadas. En este mismo contexto, la investigación ha demostrado que el tiempo en pantalla afecta las habilidades cognitivas de orden superior, tanto basadas en el rendimiento como en el comportamiento.
Por todo lo anterior y dado el actual contexto que vivenciamos, cobra mucho sentido reconocer la importancia del juego activo, con un enfoque de salud integral en la infancia. En particular, el juego es reconocido como un derecho de niños y niñas, es una actividad lúdica y placentera que se practica en las diferentes etapas del desarrollo. En consecuencia, niños y niñas juegan para divertirse, explorar, experimentar y aprender la realidad, para comprender y poner en práctica sus nuevos descubrimientos, para participar con otros y desenvolverse en el mundo en el que viven. Finalmente, el juego crea un medio esencial de interacción y provoca el descubrimiento de nuevas sensaciones, sentimientos, emociones y deseos que van a estar presentes en muchos momentos de la vida.
En tal sentido, en el juego activo se reconoce el movimiento y la corporalidad como un comportamiento presente y global en el que se relacionan la actividad física y el gasto energético, por lo que se puede considerar al juego activo como una manifestación de la actividad física.
En los niños y adolescentes, la actividad física es beneficiosa por cuanto mejora la condición física (funciones cardiorrespiratorias y musculares), resultados cognitivos (desempeño académico y funciones ejecutivas), la salud cardiometabólica, la salud ósea y la salud mental (menor presencia de síntomas de depresión). Al respecto, es necesario comprender que hacer algo de actividad física es mejor que permanecer totalmente inactivos. Si los niños y niñas no cumplen las recomendaciones de al menos 60 minutos de actividad física diaria, principalmente aeróbica de intensidad moderada a vigorosa, así como ejercicios que refuercen los músculos y huesos, hacer algo de actividad física resultará beneficioso para su salud.
Por estas razones, es sustancial ofrecer oportunidades seguras y equitativas para participar en actividades físicas que sean placenteras, variadas y aptas para su edad y capacidad, y alentarles a ello. En esta dirección, se sugiere promover actividad física al aire libre y en contacto con la naturaleza, participar activamente de las clases de educación física y/o talleres en formato virtual, saltar la cuerda creando y desafiando múltiples variantes, bailar prefiriendo ritmos que sean de interés y generen adherencia, y en caso de usar videojuegos, que estos sean activos como por ejemplo el Just Dance o Ring Fit Adventure, entre otros. En fin, tenemos el enorme desafío de instalar cada día el derecho a jugar activamente, como una herramienta altamente relevante para promover el desarrollo integral de nuestros niños y niñas